No se me olvidan las palabras del otro día del presidente del Orihuela, Antonio Felices, en Voces del Deporte, el programa de Solo Radio Marca en Murcia. El dirigente, que está haciendo una huelga de hambre, con la que nos sentimos plenamente solidarizados, para reivindicar el derecho reconocido por los jueces del club escorpión para jugar en Segunda B y no en Tercera, división a la que le ha descendido la RFEF por no haber presentado un aval, aprovechó su intervención para rajar (con más razón que un santo) de la vergonzosa actitud de la Española, que a tres días de que empiece la liga no se da por enterada del mandato judicial y no dice ni mu, simplemente ignora a los jueces y a los oriolanos que están llevando a cabo su '15M' particular.

Pero Felices, acto seguido, se equivocó. El presidente se vino arriba en banderillas y deslizó que al Orihuela lo bajaron para poder subir al UCAM, aludiendo a los siempre tan socorridos "intereses ocultos" de los que recurrentemente se tira pero nunca se concretan. Tan valiente como pareció Felices, ¿por qué no nos sacó de dudas? ¿Acaso tiene Villar a un hijo estudiando en la ‘Católica’ de incognito? Está claro que no, pero, por si acaso, el presidente 'escorpión' se encargó de recordar que Josemi Monje, hijo del presidente de la Federación Murciana, es uno de los fichajes del equipo universitario. Pues sí que tiene fuerza Monje Carillo en la Española, que para que su vástago juegue en Segunda B es capaz de bajar a todo un Orihuela… Habría que pedirle que emplease toda esa influencia en modificar las voluntades de los árbitros, que el año pasado machacaron al Real Murcia y al Cartagena y este año han empezado expulsando a Acciari atribuyéndole una mano que en realidad fue de otro jugador.

Ironías aparte, convendría que Felices recordase que, más allá de que los jueces le hayan terminado dando la razón -que seguro que la tiene-, todo el lío que se ha montado alrededor de su Orihuela tiene su origen en que este equipo está en un proceso concursal, al que normalmente se entra por una mala gestión económica en la que, que yo sepa, nada tienen que ver ni la Española ni la Murciana. Habría que recordarle también que hubo varios equipos que pujaron por esa plaza (por ejemplo el Celta B, en el que no juega ningún hijo de Monje, que se sepa), y que si se le acabó dando al UCAM fue porque venía mejor para cuadrar los grupos: el Yeclano en el hueco oriolano, y el UCAM en la vacante que dejaba el conjunto del Altiplano.

Otra cosa es, y ahí sí que hay que darle la razón, el papelón que ha hecho la Federación de Villar este verano con la Segunda B. Porque está muy bonito eso de pasearse por el planeta acompañando a los Xavi, Iniesta y compañía, pero donde se demuestra la buena gestión es en estos ‘fregaos’, y ahí hay que ponerle un cero tan grande como seis estadios de Los Arcos. La vergonzosa venta de plazas al mejor postor de este verano (ahí sí, con el UCAM incluido, y desde luego no es ésta la forma más decorosa de ascender) sólo ha permitido confirmar el desbocado afán recaudatorio de la RFEF, que, con tal de explotar la estrella de ‘La Roja’ ha sido capaz de arrastrar a esos jugadores -para los que todos monumentos serían pocos- por medio mundo con tal de jugar amistosos sin mayor interés que el económico; el último, hace pocos días, en Puerto Rico.

Pero de todo ello no tiene culpa ni José Luis Mendoza, ni Pablo Rosique, ni Monje Carrillo, ni José Botella, ni Julio Cardozo, ni Josemi Monje. El equipo murciano no se ha beneficiado del Orihuela, sino de las circunstancias. Y al final los que pierden son los que menos culpa tienen: los aficionados.