Benjamín Sánchez honra a los Juegos Olímpicos

Benjamín Sánchez Bermejo se convirtió este sábado en uno de los protagonistas de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. De manera involuntaria, con seguridad, pues la imagen que de él dé la vuelta al mundo no será la de un ciezano cruzando la meta victorioso después de domar a la fiera de los 50 kilómetros marcha, como a él le hubiera gustado. Totalmente roto, extenuado y sin fuerzas, Benjamín acabó penúltimo, con una marca de cuatro horas, catorce minutos y cuarenta segundos.

Sin embargo, el ciezano demostró que corren por su sangre los valores que acompañan el espíritu de los Juegos Olímpicos: aquellos que tienen que ver con el orgullo, con el pundonor, con el respeto a la competición y al adversario, con el sacrificio, con exprimir al máximo los límites del cuerpo. "Lo importante no es ganar: lo importante es participar", popularizó el barón Pierre de Coubertain, inventor de los modernos Juegos a finales del siglo XIX. Cruzando la meta, el ciezano coronó una de las más brillantes cumbres de su carrera.

Veinticinco kilómetros antes, Benjamín marchaba por la City al ritmo de los mejores. Se miraba a los ojos con cualquiera. Se le escapaban los favoritos, pero seguía entero. Pero, rebasado el ecuador de la prueba, comenzó a desfallecer. Sus zancadas eran cada vez más cortas y su andar se hacía cada vez más pesado. Ya no era capaz de ‘bailar’ con el alegre paso que ha caracterizado su carrera.

En el kilómetro 40, a Benjamín apenas le quedaban fuerzas en el cuerpo.  En el 45, ninguna. Pero no se rindió. Tardó más de 43 minutos en recorrer esos últimos e interminables 5.000 metros. Incapaz de marchar, decidió completarlos andando. Había que cruzar la meta como fuera.

Muy pocos minutos después de que Benja completara el 45, Sergey Kirdyapkin cruzaba la meta dando saltos de alegría (3h35’59”), tras haber batido el récord olímpico por más de un minuto. El ruso dominó los últimos kilómetros de una carrera rapidísima, que él mismo había roto aumentando el ritmo con sus compatriotas Igor Erokhin y Sergey Bakulin (a la postre quinto y sexto, respectivamente), acompañados por el chino Tianfeng Si.

Kirdyapkin demostró ser el más fuerte entrando solo en meta con casi un minuto sobre el australiano Jared Tallent, que había dado caza a los otros dos rusos y se había lanzado a por el único que le quedaba. Para él fue la plata, mientras que el bronce se lo llevó el chino, que había sido capaz de mantenerse entero.

Casi simultáneamente a la entrada del asiático a meta, Benjamín completaba una nueva vuelta al circuito. Lo hacía deambulando, desorientado, pero firme en su idea de completar el que ha sido el segundo ‘Cincuenta’ de su carrera. En el primero que corría, sorprendió a propios y extraños logrando un sorprendente segundo puesto en el Campeonato de España que de paso selló su pasaporte hacia Londres.

En esta ocasión, el ‘tío del mazo’, ese que tanto temen los ciclistas como los especialistas de la larga distancia, le dio con fuerza. Entró en meta roto, llorando, y aplaudido casi más que el ganador. Con su generosa actuación, honró a los Juegos Olímpicos, o a lo que los Juegos Olímpicos deberían ser. Su ya inolvidable gesta ya está escrita en los anales del atletismo español. El oro fue para el ruso, pero la gloria también fue para él. Bravo, Benjamín.

BRAGADO Y ODRIOZOLA. Mención aparte merece el 'carrerón' de un español que ya es leyenda: en sus sextos Juegos Olímpicos, a sus 43 años, Jesús Ángel García Bragado fue una vez más el mejor español de los tres participantes. El veterano logró un meritorio vigésimo puesto con 3h48'32. Por su parte, el tercer español en liza, Mikel Odriozola, entró en el puesto 42, con una marca de 4h02'48", la mejor marca de su temporada.