Con la Liga Endesa finiquitada; el Barça levantó la eliminatoria con un Erazem Lorbek lipotímico, la única competición importante que quedaba por resolver era la NBA. En la final se enfrentaban los dos mejores equipos de la temporada: Oklahoma Thunder y Miami Heat.

Pero el camino que conduce hasta las finales de la NBA es muy largo, y estos dos equipos habían tenido que demostrar su calidad en unos playoffs plagados de sorpresas.

En primera ronda la campanada surgió en el enfrentamiento entre Philadelphia 76ers y Chicago Bulls: Derrick Rose se lesionó de gravedad y el equipo de Tom Thibodeau no supo reaccionar ante este imprevisto, uno de los favoritos para ganar la NBA quedaba fuera ante un equipo que había sufrido para meterse en playoffs. No fue la única decepción en estos primeros enfrentamientos, Memphis ofreció poca resistencia a los Cllippers de Chris Paul y Blake Griffin. 

En estos primeros envites, dos equipos sorprendieron a los aficionados: Los Ángeles Lakers ofrecieron unas dudas inmensas ante Denver, mientras que San Antonio barrió a Utah Jazz con una autoridad impresionante, lo que calló más de una boca que los acusaba de viejos.

En segunda ronda hubo una diferencia muy clara entre las dos conferencias: Mientras el salvaje Oeste era domado por San Antonio Spurs (volvieron a barrer 4-0, esta vez a Los Ángeles Clippers) y por Oklahoma Thunder (4-1 a Los Ángeles Lakers).  La Conferencia Este era un polvorín en el que Philadelphia obligó a Boston a jugar el séptimo partido, donde cayó como un equipo orgulloso y sorprendente (llegaba como el equipo más flojo). Por su parte Miami se deshacía de Indiana en seis magníficos partidos.

Las finales de conferencia se esperaban apasionantes: Por un lado había un equipo imbatido hasta el momento, San Antonio, que se enfrentaría a los jóvenes prometedores de Oklahoma. La eliminatoria mostró todo el potencial de Durant, Westbrook, Harden e Ibaka y apearon de la final (4-2) a un equipo plagado de jugadores históricos. ¿El último tren para Tim Duncan? Seguro que no.

En la otra parte del cuadro acontecía una situación similar; un equipo plagado de veteranos se enfrentaba a un equipo construido con un solo motivo, conquistar el anillo. Los ‘orgullosos’ verdes (Boston) no dieron su brazo a torcer y, con Kevin Garnett ejerciendo de líder de la vieja guardia, obligaron a Miami a sacar todo su potencial. Con un Bosh mermado por las lesiones Lebron James demostró el porqué de su MVP en la liga regular.

Dos estilos se enfrentaban en la final de la NBA. Por un lado estaba Oklahoma que había montado un equipo ganador gracias a las buenas elecciones en el Draft, por otro estaba Miami un equipo montado a golpe de talonario con tres superestrellas que ocupan prácticamente todo el espacio salarial (James, Wade y Bosh).

El duelo entre dos de los mejores jugadores de la NBA -James y Durant- no se hizo esperar y, con 36 puntos, el de Oklahoma se llevó el primer envite; pero el autoproclamado rey no iba a dejar que el anillo se le resbalara de entre las manos una vez más.  

Con un James espectacular que tuvo a Chalmers, Battier, Miller, Cole y Haslem como secundarios de lujo  -las otras dos estrellas mantuvieron el nivel ofrecido durante los playoffs. Tanto Bosh como Wade no pudieron emplearse a pleno rendimiento por culpa de sus respectivas lesiones-,  en los siguientes cuatro partidos Miami no dejó opción a Oklahoma.

Después de mucho tiempo, Lebron James consiguió su ansiado anillo de campeón de la NBA. Para poder obtenerlo ha tenido que ser MVP de la liga regular y de las finales. Ha sido un año en el que James se ha merecido el sobrenombre que él mismo se puso, ‘KingJames’.

Con el final de la liga llegó el sorteo del Draft. New Orleans Hornets se hizo con el número uno; todo apunta a que recaerá sobre Anthony Davis. El jugador de la universidad de Kentucky abrirá un Draft cargado de jugadores interesantes que pueden cambiar el futuro de una franquicia, pero eso es otra historia que contaré poco a poco.