Los jugadores y los entrenadores, cuando se meten en líos –generalmente ellos solitos-, suelen llegar al mismo lugar común cuando las cosas se ponen difíciles: no es el momento de pitar, hay que estar con el equipo, os necesitamos más que nunca, y bla, bla, bla, bla. Ya saben, esa colección de tópicos que suele acabar con la coletilla de que "a final de temporada ya habrá tiempo para buscar responsabilidades".

Bien. La afición ha cumplido con su parte. Y este jueves ya es el oficioso final de temporada. El Murcia ya se ha salvado y el equipo ha garantizado su permanencia y con cierta holgura, cuatro jornadas, aunque no está de más recordar que habría que haber esperado dos más –al menos- de no ser por aquel gol de Falcao y ese otro de Tamudo el domingo pasado en los últimos minutos del Villarreal-Atleti y del Rayo-Granada. Tal y como está el equipo, mucho me temo que se hubiera sufrido en la última jornada ante el Girona, con todo lo que ello conlleva.

Existe en el entorno cierta corriente de pensamiento que ha estado equiparando todo el año al Murcia con el resto de recién ascendidos: el Sabadell, el Alcoyano y el Guadalajara. Supongo que, desde ese punto de vista, esa gente querrá este mismo jueves bañarse en la Redonda y luego sacar en procesión a Iñaki Alonso y a sus hombres hasta Nueva Condomina.

Otros, sin embargo, pensamos que el Murcia, por mucho que haya estado ese ‘añito en el infierno’ no puede mirarse en ese espejo, y  que, en  consecuencia, la temporada, en general, y salvo un par de honrosas excepciones -léase Óscar Sánchez, Alberto y poco más-, ha rozado el suspenso. Por cosas como que Richi atesora en su curriculum más partidos en Primera División que los de todos los integrantes de las plantillas del Alcoyano, Sabadell y Guadalajara juntos.

También se podría echar un vistazo al presupuesto de unos y otros, a los estadios, a la infraestructura, o al historial, que ya sé que no juega, pero exige no conformarse con una permanencia ramplona. Ramplona como el juego del equipo, que se ha visto dominado en casa por un Guadalajara hace tan solo cuatro días, o que jugó a encerrarse en el partido de la permanencia, aprovechando, eso sí, sus opciones a la contra.

Por eso mucho me temo que, si es cierto que el Murcia quiere ascender la próxima temporada o al menos luchar por ello, se avecina una profunda limpieza de corrales. Empezando por el entrenador, Iñaki Alonso, que no ha demostrado en esta segunda vuelta nada por lo que merezca la pena renovarle.