Joaquín Menéndez, Quinín', futbolista del CF La Unión que hace algunas semanas se lesionó de gravedad, cuenta en este blog sus sensaciones durante el proceso de recuperación

Bueno, amigos. Ya estoy de nuevo por aquí con los típicos altibajos, como el CF La Unión, que después de tres victorias consecutivas en un buen mes de marzo, comienza el mes de abril con derrota por la minima 2-1 frente al Betis B. Eso sí, dando la cara como siempre, a pesar de la cantidad de problemas de todo tipo que estamos padeciendo.

Bueno, una de las peores cosas que he pasado en estos días ha sido tener que habituarme a vivir a expensas de las muletas. Te encuentras gran cantidad de problemas al sentirte incapacitado y, créanme, eso te hace pensar y recapacitar mucho y te das cuenta de lo mal educada que está esta sociedad, porque al fin y al cabo, lo de mi lesión es temporal, pero desgraciadamente hay personas que tiene que convivir con esta limitación de por vida y la sociedad no está lo suficientemente concienciada. Hablo de cosas cotidianas y que ocurren en todas las ciudades, como por ejemplo: aparcar en zona reservada para minusválidos (porque “es solo un minuto”), ir en autobús, los accesos a establecimientos o incluso subir un simple bordillo. No se, creo que todos deberíamos probar, aunque solo fuese por un momento, cual es esa sensación de impotencia de la que os hablo.

Respecto a mi lesión, ya son dieciséis las sesiones de rehabilitación, y aún no sé si el fisioterapeuta lo hizo por animarme o no, pero lo consiguió: se sorprendió al ver el gran grado de flexión (115º), con el que llegué a la primera sesión. Lo cierto es que aun así ha comenzado el sufrimiento: hay  que conseguir que el tendón que me extrajeron del semitendinoso (‘pata de ganso’) y que posteriormente me pusieron como ligamento en la ligamentoplastia, comience a tener la elasticidad necesaria, y eso solo se consigue a base de trabajo, trabajo y trabajo. Tras cada una de las sesiones realizadas he ido viendo progresión y eso me hace ser más optimista si cabe. En cada sesión me realizan movilidad articular para ir ganando grados de flexión, electro-estimulador en el cuádriceps para recuperar la masa muscular perdida, magneto para ayudar a reducir la inflamación, ultrasonido para la cicatrización de tejidos y finalizo con unos minutos de hielo.

La buena noticia es que el 21 de marzo solté una muleta y que hoy Jueves Santo por fin suelto la otra, después de dos meses. ¡ Qué sensación volver a caminar!

La verdad, cada día me siento mucho mejor, pero sin lugar a dudas lo más duro se hace cuando vas a ver a tu equipo jugar; saber que no puedes entrar al campo y echar una  mano te inunda de ansiedad, pero hay algo que me tranquiliza y es saber que cada vez queda menos para poder estar ahí y, como os dije antes, poder ayudar a superar toda  clase de problemas.