Guiñoles: risas y derecho a la imagen

Enviar por email
15 / 02 / 2012  |  Juan Tomás Frutos | Aprendiendo cada día
Los vecinos franceses andan enfrascados, con sus guiñoles, en empañar la buena imagen del deporte español. Es buena imagen, la que tenemos, porque somos gente estupenda que practicamos todo tipo de deportes, y en buena parte de ellos tenemos a figuras de  primera fila, a maravillosos ciudadanos y ciudadanas que ganan medallas, trofeos y prestigio. Toda norma tiene su excepción, aunque a veces las excepciones denunciadas nos vienen forzadas por imprecisiones, pero eso es harina de otro costal. Creemos en los controles societarios, judiciales y administrativos, y de ninguna manera los vamos a cuestionar. 

El caso es que algunos de los mejores deportistas nuestros, que prefiero no nombrar para no servir de correa de transmisión de los mensajes difamatorios de nuestros vecinos franceses, están siendo ridiculizados en los guiñoles de aquel país. Siempre he creído, y creo, en el humor, en el buen humor, esto es, en la capacidad de reírnos de nosotros mismos y de los demás, pero, claro, no olvidemos nunca que nuestros derechos topan con los derechos de los demás, y no cabe, entiendo que no cabe, que para pasarlo bien hagamos que otros lo pasen mal basándonos en acusaciones, como es el caso que nos ocupa, bastante graves. Es nefasto que esto suceda. El principio jurídico es que las acusaciones deben venir con pruebas.

La parte que no se tiene en cuenta es que, en la difusión pública de determinadas bromas pesadas, se genera un perjuicio a las personas que aparecen, pero también a las instituciones y grupos sociales que representan, sin olvidar aspectos nacionales o de visibilidad corporativa de una sociedad respecto de otra. El daño es enorme, y lo paradójico es que se realiza para un divertimento de personas que buscan en la acritud, en la intolerancia, en los extremos, en la burla siniestra y dura, unas audiencias y unos aspectos que en nada son defendibles, dicho sea esto desde una óptica imparcial de los hechos.

No todo vale en los medios de comunicación. En esto debemos convenir. Las “supuestas situaciones graciosas” dejan de serlo cuando se hiere o ataca a lo más íntimo de las personas, como es su dignidad personal y profesional. La buena fama, la buena imagen y la intimidad de cada cual son perfiles de un derecho constitucional que hemos de preservar. No olvidemos que es muy difícil adquirir prestigio, y es muy fácil hacer que éste caiga por los suelos. Cuando se ha difamado, recuperar el estadio inicial es muy complejo.

Comprendo que el ser humano puede equivocarse, pero no acepto que los errores se mantengan un día tras otro, viendo la polémica y el dolor que causan algunas actuaciones. No dejemos que este tipo de comportamientos retraten a las sociedades que los contemplan en silencio. Creo recordar que acusar sin pruebas, a sabiendas que se imputa un delito que no existe, es también un delito.


PUEDES LEER MÁS ARTÍCULOS DE JUAN TOMÁS FRUTOS EN SU SECCIÓN DE OPINIÓN DE MURCIAECONOMÍA.COM
  • Nico Almagro: "Nosotros el látex lo usamos para otras cosas"
MurciaTodoDeporte.com • Términos de uso • Política de Privacidad • Mapa del sitio
© 2013 • Todos los derechos reservados
POWERED BY FOLIOePRESS