Días atrás coincidieron en Murcia Edurne Pasaban y Lucía López. Bueno, para ser más exactos la montañera vasca vino a dar una conferencia y a ella acudió  su colega murciana Lucía López. O sea, la ‘reina’ de las cumbres y la ‘princesa’ de las alturas.

Edurne, a sus 38 años (Tolosa, 1 de agosto de 1973), es la mejor montañera del mundo –la verdad, nunca sé si llamarlas, a ellas y a sus colegas, montañeras o alpinistas o a lo mejor es que son las dos cosas a la vez– y la primera del orbe en hollar la cima de los 14 ‘ochomiles’ del planeta y la vigésimo primera persona que lo logra. Es decir, todo un mito.

Lucía López, a sus 23 años, es una jovencísima alpinista murciana (Murcia, 21 de agosto de 1988) que acaba de ascender su primer ‘ochomil’ –el Cho Oyu o ‘Diosa Turquesa’ (8.201 metros)– y que en un futuro podría convertirse en la continuadora de la gesta de la vasca.

Hay muchas cosas que les unen. De entrada, ambas nacieron en el mes de agosto –con una diferencia de quince años–, las dos comparten afición-profesión y se vuelven locas por subir a alturas a las que sólo llegan algunos privilegiados y una y otra tienen el mismo proyecto en un futuro más o menos próximo: subir al Everest –la cima más alta del planeta con sus 8.848 metros– sin la ayuda de oxígeno. 

El Everest fue el primer ocho mil que Edurne subió, en 2001, aunque con oxígeno y ahora su reto es subirlo de nuevo pero sin ayuda del aire embotellado, lo que ya ha intentado pero de lo que tuvo que desistir ante las malas condiciones climatológicas.

Lucía acaba de coronar su primer ocho mil y ya pica más alto: como Edurne, quiere ascender el Everest sin oxígeno para la primavera que viene. O sea, la alumna quiere emular a la maestra.

Reina y princesa de las alturas. Unas mujeres excepcionales, entregadas a su vocación y que merecen nuestro aplauso y reconocimiento porque en ellas se ven reflejadas muchas mujeres que en distintos ámbitos de la vida y del deporte han sido pioneras. Han hablado muchas veces, pero estos días de atrás se han visto personalmente y los consejos de Edurne habrán sido de oro para Lucía. Porque de ellas oiremos hablar en los próximos meses.

De Edurne porque no parará hasta subir al Everest sin oxígeno; de Lucía porque su futuro alpinista está por escribir. ¡Vaya pareja!